martes, 15 de marzo de 2011

RUSTA




RUSTA

Residencia Universitaria Santo Tomás de Aquino.



Ese es y será siempre mi segundo hogar.


Reconozco que a mi llegada el lugar no me agradó. Estaba lejos de la facultad, los pasillos se parecían mucho a los del hotel del ''El Resplandor'', la comida dejaba mucho que desear, después de una semana de lavandería mi ropa dejo de tener y se redujo dos tallas, era masculina y ¡además de curas!


Pero aunque todo comienzo en un lugar nuevo siempre es difícil, no tardé demasiado en adaptarme y darme cuenta de que todo eso no eran más que simples pruebas que la vida me ponía para llegar a ser la persona que soy hoy en día.


En ese camino recorrido ahora ya durante casi cuatro años y medio han contribuido muchos de los residentes del lugar, algunos de manera más positiva que otros, pero todos y cada uno de ellos han colaborado a su modo a lograr que mi vida universitaria sea algo diferente todos los días.




Si la residencia es mi segundo hogar, ellos son mi segunda familia. Siempre están ahí cuando necesito algo y como apoyo en momentos difíciles.


Lo estoy pintando demasiado oscuro y está empezando a parecer que esto es una especie de secta o algún tipo de AA.AA extraño que me darán su hombro para que llore en cualquier momento que lo necesite cuan Edward Norton en el ''Club de la Lucha'' buscando consuelo para su insomnio.


Si algo somos en verdad es una piña, un grupo bien definido pero a su vez abstracto, uniforme pero heterogéneo, con nuestras virtudes y nuestros defectos...al fin y al cabo, como cualquier grupo que se precie.





Solo me falta decir que me alegra seguir conviviendo con ellos todos los días, riéndome, saliendo de marcha, estudiando y pasando buenos momentos todo el tiempo que pueda y que me quede como estudiante.


Para terminar, pongo este vídeo hecho por Gonzalo, el injustamente denostado artista de la residencia, de una salida a la que por desgracia no pude ir y por lo que me arrepiento mucho.








Un saludo y espero sus comentarios!

miércoles, 9 de marzo de 2011

''La conjura de los ebrios''


La peor manera de cagarla, es cagarla habiendo bebido.

Estando sobrio al menos sabes lo que haces y lo que dices.

Estando borracho, sabes lo que haces y lo que dices pero te importa bien poco en ese momento.

Estas en tu mundo, en el momento, sin pensar en otra cosa que no sea el ahora y dejas para la resaca lo peor.

Según lo que he aprendido en la carrera, el alcohol es un supresor del sistema nervioso central que adormece lentamente las funciones superiores del cerebro. Entre sus efectos se encuentran la desinhibición, la euforia el aumento de la sociabilidad... Pero me centraré sobre todo en el primer efecto: la desinhibición.

Tras un par de copas bien puestas, mi lengua adquiere la velocidad punta de un ferrari, saco más el pecho, levanto orgulloso de mi mismo la barbilla y una increíble seguridad y paz me rodean como una aurea barrera.

Hago lo que hago, porque se que quiero hacerlo, pero ello no quiere decir que sea lo correcto socialmente hablando.

Pero sobre todo, la cago. Y tan a menudo que me planteo eso de dejar de beber. No es una decisión difícil,ni algo que me impida seguir con mi vida, pero reconozco que me lo paso bien siendo ese otro yo más seguro y lanzado, dramaturgo del etanol y bohemio de bebidas espirituosas.

Todo sea dicho, si vuelvo a delinquir ataré a mi alter ego, o al menos le pondre bozal para que no diga o haga lo que yo normalmente no haría.

martes, 8 de marzo de 2011